Cuando acudir al psicólogo

  1. ¿Cuando acudir a un psicólogo?
     Demorarnos en recurrir al psicólogo puede agravar un problema que, tratado a tiempo, podría haberse resuelto fácilmente. No existe una pauta clara sobre cuál es el momento adecuado para pedir la ayuda profesional de un psicólogo. Se trata de una necesidad subjetiva, no depende tanto del problema o situación por la que está pasando la persona, sino de cuánto le esta afectando o del grado de competencia que siente para hacerle frente. Una persona puede hallarse en situación de necesitar ayuda psicológica cuando existen una o varias de las siguientes condiciones:

    • Aparecen determinados síntomas que indican que algo no está funcionando adecuadamente en la vida de la persona.
    • Algunos de estos síntomas son, por ejemplo, ansiedad, excesiva inquietud, insomnio, desgana, desánimo, falta de energía, dificultades de concentración, tristeza generalizada, miedo o inseguridad, entre otros.
    • Experimenta un fuerte obstáculo o dificultad en su vida y no sabe o no posee los recursos necesarios para hacerle frente.
    • Se presentan determinados problemas significativos en la relación con otras personas, como discusiones frecuentes, agresividad, irritabilidad o problemas de comunicación.
    • Se encuentra frente a circunstancias difíciles de la vida, como, por ejemplo, el diagnóstico de una enfermedad grave, la muerte de un ser querido o la ruptura de una relación amorosa, entre otras.
    • Se desencadenan emociones o estados intensos y difíciles de manejar, como la tristeza, la irritabilidad, la soledad o incluso pensamientos de suicidio.
    • Ha empezado a abusar de determinadas sustancias como el alcohol o las drogas y no se siente capaz de controlar la situación.
    • Existe un deseo de profundizar y mejorar en algunos aspectos de uno mismo, para llevar una vida más plena y satisfactoria.

    Es importante valorar si se han producido cambios significativos últimamente en el ambiente familiar, laboral o personal que puedan haber desencadenado en parte el estado actual. Además de las situaciones anteriormente descritas, se aconseja y suele ser beneficioso acudir al psicólogo en los siguientes casos:

    • La persona ya ha intentado solucionar el problema por los propios medios o ha solicitado la ayuda a familiares y otras personas próximas, pero ésta no ha sido suficiente para lidiar con el problema.
    • Esta dificultad supone un impedimento para continuar con el ritmo habitual de vida, afectando diferentes áreas de la misma e impidiendo que ésta sea satisfactoria.
    • Se empieza a incurrir en un estado de desesperanza, pensando que las cosas no van a cambiar o asumiendo una incapacidad para solucionarlas.
    • Ha pasado el suficiente tiempo como para no considerarlo un hecho puntual o pasajero, es decir, que esa situación vital y difícil se mantiene en el tiempo.

    Si tienes alguna duda no dudes en ponerte en contacto con nosotros, y solicitar una sesión informativa.

  2. Algunas creencias sobre ir al psicólogo:

  3. Yo no creo en los psicólogos
    La psicología no es una cuestión de fé, es una ciencia. Es la ciencia que estudia el comportamiento humano y su relación con los procesos de pensamiento, el aprendizaje o los procesos emocionales. Aun así, por supuesto que una persona puede no creer en la psicología ni en los psicólogos, y probablemente será por uno de estos motivos:

    • por desconocimiento o falta de información. Si realmente conociera el trabajo que realizamos los psicólogos comprobaría que es un trabajo serio, complejo y con respaldo científico, y muy probablemente cambiaría su opinión.
    • por una mala experiencia. esto es algo que nos puede pasar a todos, en todas las profesiones hay mejores y peores profesionales, y quizá no sea adecuado generalizar.
    • o por otros miedos o inseguridades ante el hecho de enfrentarse a sus problemas.
  4. No estoy loco, no necesito ir al psicólogo
    Los principales motivos por los que la gente suele acudir al psicólogo clínico son (entre otros): problemas de ansiedad. depresión, estrés, inseguridad y autoestima, problemas de pareja, en el trabajo, con la alimentación, rupturas sentimentales o pérdida de un ser querido. En el caso de los niños y los adolescentes suele ser por bajo rendimiento escolar, problemas de comportamiento, déficit de atención, hiperactividad, o por problemas familiares. En resumen, la persona que acude al psicólogo lo hace porque tiene un problema que no consigue solucionar, o porque está atravesando una situación complicada o muy complicada y no puede salir de ella, o, porque por circunstancias de la vida está pasando por un mal momento. Todo esto no tiene nada que ver con lo que llamamos “locura” y son problemas normales, que nos pueden pasar a todos.
  5. Un buen amigo es el mejor psicólogo
    Es normal que podamos pensar esto porque un buen amigo y un psicólogo tienen alguna cosa en común, por lo general, ambos te escuchan, te apoyan y te puedes desahogar con ellos. A partir de aquí todo son diferencias. Un amigo es una persona que te quiere, se preocupa por ti, e intenta ayudarte. Te aconseja, muchas veces bien, (aunque puede ser que con esto no sea suficiente) y otras veces, con la mejor de las intenciones, puede darte consejos que, aunque te alivien, a la larga no te resulten útiles. Un psicólogo es un profesional, con conocimiento sobre el comportamiento humano el aprendizaje, los pensamientos y las emociones, acostumbrado a ver personas que se encuentran en una situación parecida a la tuya, y que analiza la situación en la que te encuentras y da pautas concretas para solucionarlo. Un buen amigo es un tesoro y un psicólogo es un profesional que te ayuda en un momento determinado.
  6. El tiempo todo lo cura
    Es verdad que muchas veces el paso del tiempo nos ayuda a ver las cosas desde otra perspectiva, pero el tiempo por sí mismo, no tiene propiedades terapéuticas. Existen casos en que el paso del tiempo puede ayudar a serenar nuestras emociones, pero en otros casos, el paso del tiempo puede contribuir a cronificar un problema que podría haberse solucionado de haberse intervenido a tiempo sobre él.
  7. Con la medificación ya es suficiente
    Algunas personas piensan que el único tratamiento eficaz para los problemas emocionales es el tratamiento farmacológico, o bien que por sí solo ya es suficiente. Es cierto que los psicofármacos ayudan a muchas personas a sentirse mejor y a disminuir sus síntomas, y hay problemáticas, trastornos y patologías determinadas en las que su uso a día de hoy es necesario. Sin embargo, está muy extendido el uso de estos tratamientos (especialmente ansiolíticos y antidepresivos) para problemas en los que quizá no son necesarios o no son la solución adecuada, ya que además, presentan importantes inconvenientes. Los principales son el hecho de que actúan sobre los síntomas y no sobre el problema que los causa, y que suponen una solución pasiva al problema. El inconveniente de que actúe sobre los síntomas es que, al reducirlos, nos encontraremos mejor, pero es posible que al retirar el tratamiento vuelvan a aparecer dichos síntomas, u otros diferentes, o aparezcan de nuevo en el futuro ante otras situaciones problemáticas, teniendo por lo tanto una recaída. Normalmente una persona sabe qué le pasa (es decir, qué síntomas y qué sensaciones tiene), pero no sabe por qué le ocurre, ni sabe que tiene que hacer o qué puede hacer para solucionarlo (ni para que no le vuelva a pasar en el futuro cuando se encuentre mejor), y si la única solución que pone es el tratamiento farmacológico va a tener como consecuencia dependencia hacia la medicación. La terapia psicológica no se centra únicamente en los síntomas, sino que también busca porqué han aparecido, se toman medidas para reducir el malestar y se profundiza en los motivos que han originado y mantienen el problema, aquí por lo tanto la persona tiene un papel activo ante la situación que vive, entiende porqué le pasan las cosas, y ve que tiene herramientas y habilidades para solucionarlo, como consecuencia gana confianza en sí mismo y en sus recursos, lo que supone un factor de protección para el futuro. Como ya hemos dicho, en algunos casos la medicación es necesaria y en muchos el tratamiento combinado de fármacos y terapia psicológica resulta la mejor opción.
  8. Si vas al psicólogo es porque eres débil y no eres capaz de solucionar tus problemas por ti mismo
    Nadie diría que una persona que sufre una apendicitis y va al médico es débil, sería raro que esa persona dijera: “¡no voy! yo soy fuerte y puedo superarlo sólo”. Hacemos una diferenciación entre los problemas “físicos” y los “emocionales”, como si pedir ayuda por un problema emocional fuera un signo de debilidad. Probablemente el hecho de pedir ayuda sea más un acto de responsabilidad que de debilidad, parece lógico que si una persona tiene un problema busque la mejor manera de solucionarlo, y si la mejor manera es pedir ayuda, pues lo haga. Es inteligente buscar la mejor solución a nuestros problemas, sean del tipo que sean. ya que muchos de éstos, se solucionarían fácilmente si pidieramos ayuda en el momento adecuado.